sábado, 14 de marzo de 2015

Clàudia está viviendo. Capítulo cinco.



Pues definitivamente tenía un problema. Un grave problema. Pol no paraba de hablarme de esa chica, que no es que me cayera mal.... Bueno sí. Me caía como el culo sin conocerla. Y no entendía porque. El caso es que pensaba en ellos dos juntos y... me tocaba bastante la moral. ¿Tendrían razón las chicas y me estaba enamorando? Supongo que son una de esas cosas que todo el mundo ve menos tú, que todo el mundo te dice y tu haces caso omiso. Para cabezona yo, sin duda. 

-¡Mira, guapa, tu lo que estás es celosa!-me dijo Andrea mientras nos pedíamos una botella de vino. 

-¡Que nooo! Sólo me molesta, es como una corazonada, no le va a salir bien y el se lo está tomando muy en serio. Si le ha dedicado hasta un post en FaceBook, mira...

-Pues está bien buena...

-Eso no me ayuda una mierda, ya lo sé que está buena, como todas. Eso no es una novedad.

-Pero que tu estás mil veces mejor, sin duda alguna...

-No digas tonterías, yo como como una cerda y mis movimientos son nulos. Esta chica se pasa el día esculpiéndose como si fuera una escultura. 

-Nunca entenderé tanta exigencia con el cuerpo de una, que manera de maltratarse.

-No podría soportar el agobio de no poder comer lo que quiera. ¿Seremos raras?

-Somos normales. Nos preocupamos más de otras cosas que no engordar una talla, o dos...

-¡Joder no! ¡Definitivamente somos unas gordas!

-Si amiga, unas gordas pero de comer. 

Y riéndonos entre copa y copa y una buena tabla de embutidos con pan llegué a una nueva conclusión. No iba a cambiar mi manera de ser, ni mucho menos de comer por nadie. Mis hábitos son los que son, soy una politoxicomana declarada. Fumo, como y bebo sin poder evitarlo, ni querer hacerlo. Soy así. Pero al mismo tiempo derivé a la peor conclusión a la que podía llegar... ¿Cambiaría por Pol? Oh, wait... ¿Y yo porque tenía que pensar en eso? 

El caso es que fueron pasando las semanas. En el trabajo tenía fritos a los chicos, a las niñas las tenía rotando el cuello como niñas del exorcista... todo porque me seguía hablando de esa chica. No. Mierda. Joder. Hasta que llego lo inevitable.

-Oye Pepa, -sí, así decidió llamarme un día,- que voy a Barcelona.

-¡¡¡VENGA YA!!! ¿Te quedas en casa, no?- me dejó totalmente pletórica, pero...

-Claro, lo único que he quedado para cenar con ella. Llego a la tarde, así que nos vamos a dar una vuelta, ceno con ella y luego subo a tu casa. ¿Te parece?

¡Pues claro que no me parecía! ¿Pero que le iba a decir? Si ni yo misma sabía lo que me estaba pasando...

-¿Y si tienes postre?- ¿os he dicho que soy, desde siempre, muy masoca? ¿No? Pues ya lo sabéis. 

-No lo creo, Clàudia. Sabes que no soy así. 

-Ya, pero bueno, estarás delante de una tía que está mazo buena. No se yo si te resistirás al postre, querido.- lo mío es sufrir a lo grande. Y fustigarme.

-Bueno, sea como sea, que te lías y ves cosas donde no las hay, ¿te va bien?-¿que veo cosas dónde no las hay? ¡Pero si no paras de hablarme de ella!

-Sí, claro que me va bien. Mi casa es tu casa, ya lo sabes.- y lo que no es mi casa, también.





Y así, unos días antes de que viniera, yo me volví loca del todo. Estaba nerviosa, estaba fatal. Y lo peor de todo, lo único que quería era que le fuera mal con esa chica. Me sentía fatal como amiga, ¿porque pensaba eso continuamente? Joder, al final iban a tener todos razón.

-Vamos a ver, pequeño pony,- me dijo Jaime, uno de mis mejores amigos del trabajo.- no entiendo porque estás tan agobiada con esto. A fin de cuentas, es un amigo que viene a pasar un día y medio.- lo miré con odio por su ironía.  

-¿Alba de que te ríes?

-Joder, cari. Que no es una amigo, o sea sí, pero tu no lo ves así. Vive feliz y acéptalo ya.

Alba. Alba la persona racional. Alba la niña dulce que todo el mundo quiere conocer y tener como amiga. Alba la barbie morena de ojos azules y piel clara, pero de la bonita, no de la vampiro con purpurina. Alba la que decidió fulminarme con una sola frase.

-No es por nada, pero lo ha dicho ella. No lo he dicho yo.- Jaime le dio un trago a la copa por no reírse a carcajadas. Yo me hundí literalmente en la silla.

-Mierda... mierda...- no lo quería decir en voz alta. 

-¡Oh, venga nena! Dilo ya. Repite conmigo... Estoy enamorada de Pol. 

-¿Pero tú quien eres y que has hecho con Alba?- Jaime la rodeó y la estrechó junto a él.- Seas quien seas, quédate.

-¡Oye que soy yo! Y tú. Venga. Repite conmigo... No me pongas esa cara.

Y pasó.

-Vale sí.... Pfff... ¿En serio he de decirlo?- me tape la cara con las manos.

-Sí- resolución al unísono.

-Estoy...- bebí la copa de vino de golpe....- enamorada de Pol.

-¡Bravo!-Jaime rellenó las copas.

-¿Exactamente por qué puto motivo brindamos? Esto no soluciona nada, es una mierda. Y es vuestra culpa. Yo no quería decirlo en alto, no joder, no...

-¡Cállate y bebe! Vivirás mejor así que no ocultándote siempre detrás de algo que no es. No pasa nada, lo estás y ya está. Desde siempre, ahora solo te queda saber si él siente lo mismo. 

-¡Eso si que no, bruja! No, no y no. No pienso decírselo.

-Ya, pero vais a estar juntos. Captarás señales, digo yo.- Jaime y yo nos miramos. De verdad os digo que Alba nos estaba dejando a cuadros. 

-¡Hostia puta con el oso amoroso! Pasas a ser mi nueva ídola.- Alba y yo nos reímos y esta le guiño el ojo. 

-Eso si que no, a mi no me reemplazas quedando impune, querido.

-Tu eres diferente. Como yo te amo...- y le lancé un beso. Seguimos comiendo sushi como si no hubiera un mañana. Pero claro, como a Alba le estaba dando por ser tan contundente, yo no pude evitar pensar todo el rato en las señales.

-Pero Albi, entonces... ¿Qué señales?

-¿Como que qué señales? Clàudia las verás, digo yo. Por eso se las llaman señales. 

-Ya que hoy estás tan dada a dar respuestas a todo, ilumíname un poco más. Señales tipo....

-Pues yo que sé, si se pone nervioso, si se empalma cuando durmáis juntos, ¡NO LO SÉ! Señales del momento, Clàudia. Señales, señales que verás. Para todo. Tanto para ver si está igual que tú como para ver si no lo está.- Alba, nunca grita. Pues lo dijo bien alto. Volví a hundirme en la silla.

-¡Joder con la niña!- y creo que nunca me había reído tan limpiamente como en es momento. Los tres, en medio de un sushi barato en pleno centro de Barcelona. Borrachos de vino de mesa barato y arroz pasado. Borrachos de amor, sobretodo de amor. Y con público. 

Como era de esperar, acabamos de comer y de la comida pasamos al café con copa, del café con copa a la segunda copa. De ahí a casa de Jaime a por la tercera la copa, picar algo mientras nos arreglábamos la cara y de ahí a seguir de copa en copa y tiro porque Pol no paraba de escribirme para preguntarme cualquier cosa. Hasta que las horas ya eran intempestivas y mi estado de embriaguez era supremo. 

Pol: ¿Qué haces, sandalia?
Clàudia: Borracha de amor con Jaime y Alba.
Pol: jajajaja
Pol: ¿Borracha de amor?
Pol: Cuéntamelo....
Clàudia: No puedo. Pero ya estoy bien conmigo misma y ya he aceptado que estoy enamorada. Ahora he de vivir feliz y ya está.
Pol: ¿Enamorada? Te llamo...
Clàudia: Nooooooooooo....

Pero era tarde, ya me estaba llamando.

-Dile que sheee vaya con la guaaaarra eshaaaa- Alba me miraba amenazante señalándome con el dedo. 

-No tíaaaa, no se lo quiero coger. Me va notar que voy borracha...

Y sin más, Jaime cogió el teléfono.

-Mira tú, guapo de cara. Eres un maaaaaaareo, cada puto día ahí y ahora de que....-Me tiré encima de él tapándole la boca y cogiendo mi teléfono..

-¿Clàudia?

-Si, si. Pol perrrrdona, esssh que Jaime es un poco idiota y para rematar hoy no ha follado...

-Vas borracha, ¿eh?

-¿Algún problema?

-No, joder. Pero que es eso de que estás enamorada y ahora vas a ser feliz. ¿Que es lo que no me has contado?

-Ehhm, en realidad es una historia sin sentido, sssssssandalio. Un amor iiiiiiimposile... imposible. Pero ya lo he dicho en alto y me shiento... más libre. Estoy enamorada, no estoy correspondida, pero bueno, no duele tanto.

-¿Pero esa persona lo sabe?

-No, y no lo sabrá nunca. ¿Sabes? No es lo típico que te crees, el no tiene la culpa de que yo me haya enamorado. Es cosa mía, y si se lo digo se irá a la mierda lo que tenemos.

-Ya... pero vamos a ver una cosa. Siempre me dices que diga lo que siento y tal y tal, quizás vives sin esa persona porque si él no lo sabe....

-¡SEÑALES POL, SEÑALES!-y colgué.- Oh mierda, la he liado. Mierda mierda...

-¿Qué, qué, qué?

-Pues que me ha dicho algo así como que si vivo sin esa persona es por que el no lo sabe, que siempre digo de decir lo que uno siente y tal...

-¿Una indirecta?- Alba miró a Jaime.

-¿Y que le has dicho?

-¡Coño, le he gritado "¡¡señales Pol, señales!!" y he colgado! Me he liado, mierda. Se ha notado mucho. Ay dios... ¡ay mierda! Alba tu y tus señales, no, mierdaaaa...

-Vale si, mucha mierda. Pero le has dado que pensar, seguro que ahora se está comiendo el coco y quizás le encajan cosas. 

-Alba tiene razón, pequeño pony. A fin de cuentas te has retirado antes de entender su frase como una indirecta y contestar algo equivocado envalentonada por el alcohol.

Y justo en ese momento llegó un WhatsApp....

Pol: Mira Clàudia, no se de que me estás hablando. O sí, pero me has dejado un poco pillado. Mejor hablamos en otro momento, más tranquilos y tu sobria. Aunque ebria seas muy divertida. ¿Señales? ¿De qué hablas?

-¡Me cago en mi vida anterior, en esta y en la que vendrá!-les dí el teléfono.-¿Qué se supone que tengo que hacer ahora?

Clàudia: Déjalo de verdad. Alba y Jaime me tienen la cabeza en otro sitio, he pagado contigo lo que no tocaba.
Pol: No te creo. Clàudia, esto lo hablaremos, o sí o sí.
Clàudia: Como quieras, pero mejor mañana. Voy a seguir ahogando a las señales.

-¡Esa es buena!- Jaime aplaudió.

Pol: No entiendo nada.
Clàudia: No hay nada que entender. Ves cosas dónde no las hay. 

-Vale, dame el teléfono. Queda confiscado.- Alba me quito el teléfono de las manos, lo guardó en su bolso y por más que le supliqué que me lo diera mil millones de veces, no cayó a mis morritos ni a mis pucheros. Así que pasamos una de las mejores noches improvisadas de mi vida. Y la madre de las resacas al día siguiente. 


Putas señales, la que estamos liando.


Con la boca pastosa, encendí mi teléfono tal y como prometí. Y ahí estaban. Seis mensajes de Pol. 

Pol: ¿Cosas que no hay, dónde?
-media hora después-
Pol: Lo mismo eres tú la que no sabes ni lo que quieres.
Pol: Lo mismo eres tu que mandas unas cosas muy distintas a las que sientes.
-una hora después-
Pol: ¿Clàudia?
Pol: Esto es muy raro. Te llamo y hablamos.
-Dos llamadas perdidas después-
Pol: Mañana cuando te despiertes te llamaré. Y me va a sudar tres cojones tu resaca. 

Mierda. Mierda y señales. 

No entendía ni porque tenía tanto interés en saber por qué y de quién me había enamorado, ni por qué tantísima insistencia. 

¿Señales?







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