domingo, 14 de diciembre de 2014

La Butifarra en el pasillo.


No me he vuelto loca, no.

El título de la entrada es el que habéis leído, pero es que todo tiene su explicación. Resulta que la abuela de una amiga mía era muy, muy, muy pero que muy sabia. Es una especie de frase propia que voy a usar para descartar penes varios. Imaginaros la imagen, una butifarra blandita y desolada en medio de un largo, frío y oscuro pasillo. Aterrador. Tan aterrador como encontrarte según que butifarra dispuesta a entrar por tu túnel del amor y tener que decir que no, o poner una excusa, o darte cuenta al día siguiente que la has liado parda cuando abres un ojo. (Esto último es por culpa de estar más pedo que Alfredo)

Si os lo paráis a pensar, es una putada no saber a ciencia cierta que se esconde entre pierna y pierna. Ellos lo tienen más fácil. Las tetas se perciben, aunque haya más de una que use trampas, lo sé. Y bueno, de almejas yo es que no hablo, me lo prohíbe mi religión. Pero no desesperemos, tenemos algún que otro truco. Según algunos artículos de revistas y comprobaciones, puedo decir que el tamaño de las manos, la nariz y el pié... mucho influye en las medidas de Pollatrón 2.000. Siempre pueden haber excepciones, tampoco tengo tanta carrera, pero juntando experiencias he podido hacer un estudio sobre esta hipótesis y tiene un noventa y nueve coma nueve por ciento de fiabilidad. 



Un momento, cari. Vamos a comprobar antes de avanzar.
Que luego no quiero sustos. 

Es que realmente estoy cansada de escuchar eso de que el tamaño no importa, que no, que lo que importa es como la mueva. No, no, no, no, no, y mil veces ¡NO! Mentira. Lo siento, eso es una jodida mentira enorme. Y con ello no quiero decir que la gente que no tenga un tamaño que bajo mi criterio es el ideal para mí, no merezca follar o vivir. No malinterpretemos y tal y tal. Que yo simplemente reivindico este hecho, que los tíos también compararéis vaginas y tetas, y seguro también tendréis preferencias. Pero es que ese dicho lo dijo un hombre con la butifarra pequeña, y claro, pretendía hacernos sentir mal. Pensemos una cosa, si la tiene extremadamente pequeña, más vale que tenga la lengua grande y gorda, porque por más que se mueva... ehm... no la vamos a notar. He aquí la evidencia de la mentira. 

Y una cosa os voy a decir... las armas de destrucción masiva, como que no. Vamos, que para joderme de dolor me voy a correr y me muero con mis agujetas. Que a mi esto de las pollas como bazocas, para las profesionales, que como mínimo cobran. Que la delgada línea esta del dolor y el placer no está hecha para mí. Una cosa es que te llene entera, que la notes pero bien de bien y otra es que tengas que hacer las tres mil quinientas posturas antes de poder meterla, porque NO CABE. Y si cabe, es posible que sea en la postura que más dolor te produzca porque entrará dentro y te moverá todos tus órganos interiores. Así que machotes de tres piernas, también quedáis vetados.



Tranquilos, siempre habrá una tía dispuesta a partirse en dos.

¡UISH! Véase otra prueba gráfica. Os voy a presentar a unos amigos que tenemos las Cabronas Imperiales Completas SuperNovas Estelares (ehm... caris, a este paso necesitaremos siglas...) Son unos chicos muy majos, muy campestres, muy de campo. Son unos africanos muy... peculiares. Digamos que tienen una especie de cromosoma cruzado. Una prolongación un tanto peligrosa que espero quede en extinción por el bien de la humanidad. Con todos vosotros, los KeniaPolleitors y la rubita curiosa.




Dejando de lado las mutaciones genéticas, es decir el micropene y el mísil destructor de vaginas, vamos un poco más a la realidad. ¿Cómo reaccionar cuando no sentís nada porque es demasiado fina y te baila una sevillana dentro? La pregunta jodida no es una opción, tampoco es cuestión de humillar al prójimo diciéndole... ¿está dentro? ¿No? Bueno, ahí va según la persona, no me meto. ¿Qué escapatoria queda? Fingir. Fingir y rezar para que este dentro y no estés sobre actuando como una posesa y no mentir, no se vale oh que grande la tienes, como la siento... No hace falta. Con orgasmear un poco basta. Y si eso no os funciona, no sé que deciros, ser sinceras aunque la verdad duela. 


¿No eres tú, soy yo?
¿Es que me duele la cabeza?
Chico, lo siento, no la noto. Ea.


Pero claro así como las delgadas, están las gordas. Y ahí vamos a la línea del dolor de nuevo. Y no nos engañemos, encima no llegan al punto que nos gusta. Las que suelen ser gordas, son achaparradas de por si, nunca son excesivamente grandes y.... estamos en lo mismo, encima más dilatada. Lo que puede producirte hasta un poco de escozor incluso y como os he comentado, a mi es que el dolor no me va. Llamarme tradicional, pero es que soy de disfrutar mientras copulo. (Pero que fina me estoy volviendo, joder.) Además ellos ponen todo su empeño en intentar empujar más profundo, como si quisieran llegar al fondo y es que no. No se puede, no llegas y yo no soy contorsionista, lo siento. Next.


Gracias Boromir, siempre compartiendo sabiduría.
Una pena que te maten siempre a la primera.


Pero claro, si es cierto que a veces el amor lo puede todo y tal, pero... ¿en serio? Lo siento, yo lo digo desde ya y no podría estar con ninguna de las cuatro clases de butifarras arriba explicadas. No podría. Y no por ello me considero una persona superficial, es solo que a mis veintiocho años quiero el hombre más perfecto posible para mi, teniendo en cuenta mis expectativas, claro está. Ahora mismo voy en busca de mi complemento de moda ideal, ha de ser alto y grande, que una mide un metro setenta y dos centímetros, rubio o moreno, eso me da igual, los ojos a ser posible claros, una sonrisa de esas que te derriten entera y una mirada que te funda las bragas en un pestañeo. Y como no tengo prisa ninguna pues oye, a mi seguro también me han descartado en más de una ocasión, así que... donde las dan las toman. Si sabéis que tenéis algo muy pequeño o algo muy grande es de buena persona avisar, que el tiempo corre muy rápido, y nadie está para perderlo. 




Sí señor Bateman.
Soy la mujer de su vida, sólo que usted no lo sabe.




















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